La cadena de suministro consta de unos pasos muy marcados. Son los que empiezan en el productor y terminan en el cliente. Sin embargo estos pasos no se recorren siempre en la misma dirección. A veces se toma la contraria. Es entonces cuando hablamos de logística inversa.
Si atendemos a la definición de Wikipedia encontramos lo siguiente:
“el proceso de planificación, implantación y control de forma eficiente y al coste óptimo del flujo de materias primas, materiales en curso de producción y productos acabados, así como el de la información relacionada, desde el punto de consumo hacia el punto de origen con el objeto de recuperar el valor de los materiales o asegurar su correcta eliminación”
Esta definición, tan correcta y completa como extensa se puede resumir en pocas palabras. La logística inversa contempla el retorno de determinados materiales desde el cliente hasta su origen.
El proceso se puede clasificar básicamente en dos tipos:
El proceso logístico habitual, representado por el flujo directo, es por todos conocido. Tal y como muestra el gráfico, empieza en la materia prima. A través de ella y otros componentes se llega a fabricar el producto. Este producto posteriormente será distribuido hasta llegar al cliente final.
En la logística inversa todo el proceso se revierte. Es el cliente quien devuelve el material en cuestión al centro de distribución. Éste retrocederá otro peldaño hasta el fabricante del producto para su reutilización. Llegado el caso pasará a un estado de refabricación y en último lugar a su reciclaje.
Llegado a este punto habrás entendido el concepto de logística inversa y su funcionamiento. Sin embargo, unos ejemplos prácticos servirán para tener una visión más amplia del tema. La logística inversa se lleva a cabo en casos como estos:
La logística inversa es un proceso cada vez más importante en la cadena de suministro. Conocer su funcionamiento y posibilidades te dará la posibilidad de decidir si puede resultar una práctica interesante para tu empresa.